Universo Alma
La historia, el sentido y los materiales detrás de cada pieza. Pequeñas esculturas del mar con propósito.
Todo Comenzó con un Erizo de Mar
Era una niña cuando me puse unas gafas de buceo por primera vez con mi padre, en Cabo de Palos. Recuerdo la emoción de sumergirme y descubrir un mundo secreto: un universo de formas y colores que parecían sacados de un sueño. Entre las algas y las rocas, encontré un pequeño caparazón de erizo de mar. Su fragilidad y perfección me parecieron fascinantes. Lo tomé entre mis manos como quien sostiene algo sagrado. Para mí, era el mayor tesoro del mundo.
Quise compartir esa magia con alguien a quien quería mucho, así que lo guardé en una cajita y se lo regalé a mi abuela. Le hablé del mar como si fuera el paraíso: de la danza de los peces, de las caricias de las algas, de la vida vibrante que latía bajo las olas. Ella me escuchó con mucha ternura.
Pasaron los años. Mi abuela falleció. Y un día, por azar o destino, encontré aquella misma caja. Dentro seguía el pequeño erizo de mar. Mi regalo había sido guardado como un tesoro.
El Mar Como Hogar
Hay veces que entro en el mar y es como si nunca hubiera salido de allí. Siento que mi realidad está allí dentro, acogida entre las olas. Me encanta ver el mar desde abajo hacia arriba: esos colores, esa luz que atraviesa el agua, esa sensación liminal de estar dentro o estar fuera, de preguntarme qué es más real, qué es más importante.
El mar me acuna. Siempre lo ha hecho.
Por eso cada joya que creo lleva algo de esa sensación: la calma de sumergirse, el asombro del descubrimiento, la certeza de haber encontrado un lugar donde todo tiene sentido.
Más Que un Objeto
Aquel erizo guardado por mi abuela me enseñó algo que cambió mi forma de ver el mundo.
No era solo un caparazón. Era la prueba de que alguien había guardado con cuidado algo que yo consideraba valioso. Era el amor de mi abuela materializado en ese pequeño objeto. Era mi infancia, mi asombro por el mar, nuestra conexión.
Yo había dado un valor inmaterial a algo material: ese erizo llevaba mi emoción, mi descubrimiento, mi deseo de compartir la magia del mar.
Y mi abuela, al guardarlo durante todos esos años, le dio aún más valor: se convirtió en memoria, en vínculo, en símbolo de lo que compartimos.
Ahí lo entendí: damos valor inmaterial a las cosas materiales. Un objeto se convierte en algo más cuando lleva intención, cuando marca un momento importante, cuando nos devuelve a quienes somos.
Con el tiempo, comprendí que nos rodeamos de objetos sin sentido. Pero algunos objetos nos devuelven a lo que valoramos.
Por eso creo joyas con propósito.
Para que tú les des valor inmaterial. Para que lleves una intención cerca del corazón. Para que, como aquel erizo, sean algo más que objetos bonitos.
El Proceso: De Mis Manos a las Tuyas
Cada joya comienza como una pequeña escultura que modelo en cera. Trabajo cada detalle a mano, creando el diseño original.
Una vez perfeccionado, se funde mediante la técnica de microfusión artesanal (también llamada cera perdida). Cada pieza fundida conserva la textura y los detalles del modelo original aunque siempre puede tener alguna pequeña diferencia.
Después de la fundición continúa el trabajo manual: quitar los bebederos, limar, pulir cada pieza individualmente. Algunas llevan baño de oro, otras se quedan en plata pura.
Desde el primer trazo hasta el último pulido, cada joya pasa por mis manos. Son diseños exclusivos creados por mí, producidos artesanalmente en ediciones limitadas.
Materiales Nobles
En Alma by Ana Sierra utilizo plata 925 reciclada procedente de proveedores certificados por el Responsible Jewellery Council (RJC), garantizando un origen responsable y trazable del metal.
Materiales que ya han tenido otras vidas y pueden transformarse eternamente sin perder su esencia. Porque cuidar el planeta también es elegir con conciencia.
