Muchos de los momentos más intensos de mi vida han estado inmersos en la naturaleza, desde que era pequeña, dentro del mar, buceando, buscando conchas y algas en la orilla del mar… en el campo, recogiendo frutas, mirando mariposas, insectos y pájaros…
Durante un periodo de búsqueda, de gran cambio vital en mí, de haber perdido la luz, surgió la urgencia de aferrarme a vivencias, lugares que habían quedado marcados en mi memoria, en mis emociones… que me ayudaran a estar bien de nuevo… a conectar con mi Alma.
Durante la mayor parte de mi vida he sabido que existía esa luz que muchas veces he tenido presente, muchas veces dentro de la naturaleza, iluminandome y guiándome para hacer que todos mis sueños se cumplieran.
Así comenzó este proyecto.
Uno de los sitios más mágicos que he visitado con frecuencia es el faro de Cabo de Palos, que conozco desde que era pequeña y donde he vivido momentos muy especiales.
Cada faro tiene un código de luz especial y diferente de los demás, lo que le hace único para que desde el mar ayude a los marinos a orientarse mejor y saber hacia dónde tienen que ir. El faro de Cabo de Palos me inspira, tanto de día como de noche, la ilusión del descubrimiento de los tesoros de la costa, la frescura de la brisa de un día de verano, la luz que guía en las noches oscuras del mar.
Durante toda una noche modelé su silueta en cera y al día siguiente tuve hecha la primera pieza, una medalla del faro que pondría en marcha toda una búsqueda de esas cosas, detalles y lugares que me alegran el alma, que me ayudan a brillar, que me devuelven esa luz.
Elijo y limpio los caparazones que me encuentro con sumo cuidado, protegiendo siempre el entorno y sin dañar a ningún animal que me encuentro mientras buceo.
La observación de las conchas de las orejas de mar desde un lado diferente al que estaba acostumbrada, la parte en la que nunca nos fijamos, me hizo encontrar una de las piezas que más me han gustado de mis tesoros de mar: la parte que estaba tapada por la suciedad ocultaba unas formas fascinantes… como no podía ser de otra manera en la naturaleza.
Los caballitos de mar, los peces luna, los meros, también se fueron añadiendo a mis tesoros del mar.
Toda esta faceta de joyería sigue en progreso continuo porque es lo que me hace feliz, seguir creciendo profesionalmente, aprendiendo nuevas formas y maneras, elaborando cada pieza con la máxima minuciosidad y cuidado, dándole un sentido a cada una, el de acercar la naturaleza a toda persona que lleva algún tesoro del mar con ella y revivir esa sensación tan fascinante… que tanto alegra el alma.
Este proyecto creativo continúa evolucionando a la par que yo; seguirá en una búsqueda continua queriendo compartir contigo todas esas cosas que me alegran el alma, que me acercan a mi verdadero ser.
